El Juego del Palo en Lanzarote

Tanausú Rodríguez Seijas

“Antes la única defensa que había era el palo, un palo y una piedra; el que sabía jugar al palo pues podía batallar contra cualquiera, y eso era para la defensa y ataque cuando hacía falta.”

Don Cristín Feo de León

En el pueblo de Máguez (situado en la zona norte de la isla de Lanzarote, en el término municipal de Haría), desde principios del siglo XX hasta los años posteriores a la guerra civil, se mantuvo activo un importante núcleo de juego del palo en torno a Don José María Feo Barreto, quién a su vez había heredado esta práctica de Don Pedro Viñoly Rodríguez, también vecino de Máguez. Con Don José María se iniciaron en el juego del palo varias personas del pueblo como su hermano José Feo Barreto o Laurencio Figueroa Fernández e incluso algunos de otros pueblos de la isla. Años después enseñó a jugar también a sus sobrinos, uno de los cuales era Don Cristín Feo de León, quién se convertiría décadas más tarde en la persona que recuperara esta tradición para las generaciones posteriores.

Es destacable señalar que buena parte de los integrantes de este núcleo de juego del palo creado alrededor de Don José María Feo, así como él mismo, estuvieron vinculados también a la lucha canaria, siendo algunos de ellos como Pepito Feo aún recordados entre los más grandes luchadores históricos de la isla por sus luchadas y el estilismo de sus mañas, y al juego de la pelotamano del que don José María y su hermano Pepe eran reconocidos como dos de los mejores jugadores de la isla, juego que don Cristín y otros de su generación llegaron aún a practicar en su juventud, cuando nuestros juegos y tradiciones eran los principales entretenimientos y eran seguidos con verdadera pasión.

También es de recibo comentar la existencia en la isla de Lanzarote de otros núcleos de juego del palo cuya continuidad, por diversos motivos, no fue posible y que, desgraciadamente, parecen haber desaparecido. Se tienen noticias de que en la zona de Mala, como el mismo don Cristín y otros comentaron, coexistió en el tiempo otro núcleo de jugadores, bajo la dirección de un tal señor Pepe, coetáneo de don José María Feo.

“Decían que en el pueblo de Mala había, pero hace mucho tiempo, me acuerdo yo de pequeñito… incluso mi tío se desafiaron los… el abuelo de los chicos y… cualquier día vamos a ir por allí para entrenar a los chicos y tal, pero después yo no sé que cosa pasó ahí y no, no llegó a…”

Don Cristín Feo de León

También sabemos de la existencia en Guatiza de otro renombrado jugador, don Policarpo Ortiz, que enseñó el juego a don Fernando Curbelo, lamentablemente también hoy desaparecido. Don José María Gil, en el periódico “El Eco de Canarias” del sábado 3 de noviembre de 1979, daba cuenta de su relación con el juego del palo y de su intenciones para crear un baile basado en él.

“Mire usted, el juego del palo es una especie de esgrima donde el hombre utiliza un arma como arte de defenderse. Yo tenía algo preparado sobre esto pero yo soy muy mayor y me canso pronto, así que estoy a ver si alguien quiere aprender que yo con mucho gusto le enseño. Hace ya muchos años conocía a don Policarpo Ortiz, que era tuerto, del pueblo de Guatiza. Según me contaba él, aprendió de un herreño o palmero. Entonces don Policarpo comenzó a enseñar a Fernando Curbelo también de Guatiza y éste último es el que me enseño a mí el juego del palo. Pero claro, como usted sabe con mi cuerpo yo no podía hacer nada y por eso pensé en hacer una danza basada en el juego. Se puede hacer con una vara, palo o lata de almendrero amargo, se empuña un poco por debajo de la mitad y para aprender se puede hacer con cañas forradas para que no se hagan daño cuando estén en el período de aprendizaje.”

“Luego está lo del molinete que también practicaba don Policarpo con un palito pequeño y arrimado a una pared y… ¿quién se le acercaba? También se hacía con el palo bárbaro o con el del puntazo, que ese era más jodido. En Teseguite, hace ya muchos años, lo hicieron don Policarpo y don Pepe Cabrera cuando el primero le dijo a Cabrera que le quitaba el palo de la mano. Y efectivamente haciendo la operación se lo quitó y salió el palo de Cabrera dando vueltas y luego don Policarpo le mandó dos varazos que lo puso derecho, ya que lo había cuadrado bien. Ya le digo que este juego resulta muy vistoso si se hace como exhibición con varas largas.”

Don José María Gil

Don Jorge Domínguez Naranjo, en su obra “El juego de lata (garrote) y el juego del palo en Lanzarote” también recoge noticias sobre otros afamados jugadores de la isla como Rafael Martín (natural de La Graciosa), Pérez Tavío (guarda forestal en Femés, según informaciones de don Francisco “Paquito” Santana), Ramón Brito y Ramón González (Tinajo) o un tal Crespo (Las Breñas).

Es imposible saber con exactitud cuántos lanzaroteños llegaron a ser maestros de este arte y cuyos nombres están condenados al olvido. Nosotros lo único que podemos hacer es rescatar la memoria de aquellos a los que sí conocemos y gracias a los que el juego se mantuvo siempre vivo en la isla para que llegara hasta nosotros.

Don Pedro Viñoly Rodríguez

Don Pedro Viñoly Rodríguez es la gran figura, junto a su alumno más destacado Don José María Feo Barreto, del juego del palo de la isla de Lanzarote, pues su labor de enseñanza permitió que en su pueblo de Máguez, dónde nació en el año 1848, surgiera y se mantuviera durante décadas un núcleo de práctica en torno a Don José María Feo, a quién Don Pedro había enseñado años antes el arte del manejo del palo como defensa personal. Don Pedro Viñoly es, asimismo, el jugador más antiguo del que tenemos noticia fidedignas.

Hijo de Don Francisco Viñoly López, procedente de Tiagua y de Doña María Rosa Rodríguez Ramírez, natural de Máguez, era agricultor de profesión, cultivando una finca en la conocida zona de Tahoyo.

De los descendientes de su matrimonio con Doña Filomena Perdomo Bonilla, ninguno se dedicó al juego del palo, pues tuvieron seis hijas y un sólo hijo varón, Francisco Viñoly Perdomo, emigrando éste a la Argentina, y, aún suponiendo que aprendiera el juego de su padre, falleció allá siendo aún joven. Los nietos y bisnietos de Don Pedro tampoco pudieron aprender esta práctica, truncándose la transmisión del juego en la familia y quedando en manos de su alumno aventajado Don José María Feo, afamado por su forma de jugar el palo y eslabón imprescindible en la pervivencia del juego tras enseñárselo años después a sus familiares, entre ellos a su sobrino Don Cristín Feo de Léon, quién se convertiría en pieza fundamental para la conservación del juego hasta nuestros días.

Don Pedro Viñoly emigró, como tantos otros canarios, a América, más concretamente a Buenos Aires (Argentina), y a partir de entonces sus idas y venidas fueron constantes, pues su mujer y el resto de su familia se quedaban en la isla mientras Don Pedro viajaba para conseguir dinero con el que mantenerles.

Falleció en su casa del barrio de Tahoyo en Máguez en el año 1923 debido a su avanzada edad, pues contaba 75 años, y al deterioro sufrido por la diabetes que padecía desde hacía años.

La gran duda que nos queda es de quién aprendió don Pedro Viñoly el manejo del palo. Hemos podido recoger dos teorías diferentes, aunque, bien mirado, podrían ser incluso complementarias. Don Gregorio Barreto Viñoly, cronista oficial del municipio de Haría, y nieto de don Pedro Viñoly, nos cuenta que, si bien no puede asegurarlo, cree, pues así debe haber quedado recogido en su familia, que a don Pedro le enseñó el juego su padre, don Francisco Viñoly López, natural de Tiagua y militar de profesión. Por otra parte, don Manuel Figueroa Feo, primo de don Cristín Feo y sobrino de don José María Feo, asegura que don Pedro Viñoly aprendió en América, concretamente en Buenos Aires, de otros canarios con los que convivía y trabajaba. Por desgracia, más atrás en el tiempo sólo hay oscuridad y por el momento, poco más se puede contar. Ahí quedan estas dos versiones del origen del juego del palo de don Pedro Viñoly Rodríguez.

Gracias a este hombre, figura elemental de este arte en nuestra isla, en el pueblo de Máguez se mantuvo vivo el juego del palo y acabó por convertirse en su último refugio y eslabón determinante para su conservación hasta nuestros días. A partir de la Guerra Civil española se produjo la transformación de gran parte de la población rural a urbana, lo que provocó la pérdida de muchas prácticas y tradiciones que quedaron desarraigadas, no tuvieron continuación en el tiempo pues no quedó nadie que las aprendiera. Al igual que Don Cristín, multitud de personas emigraron hacia la capital, quedando muchas costumbres y tradiciones olvidadas y enterradas bajo el peso de la modernidad y los nuevos tiempos.

“Viñoly usaba el palo hasta con los ojos cerrados.”

Don Cristín Feo de León

“Don Pedro Viñoly sí sabía bien y mi tío fue profesional también. Yo al viejo Viñoly no lo conocí pero con mi tío José María sí llegué a jugar. Y con mi tío Pepe.”

Don Manuel Figueroa Feo

“Señor Pedro Viñoly aprendió de alguien, tuvo que aprender de alguien porque eso no se aprende de aquí pa’allí sin ver, sin ver más o menos. Y la forma de coger el palo. Eso fue que aprendió de alguien, digo yo.”

Don Francisco Figueroa Hernández

“Cuentan que en el pueblo de Máguez llegó a haber una gran afición por el juego del palo, hasta el punto que uno de los alumnos quiso saber más y más y le pidió al maestro Don Pedro Viñoly, que ya estaba muy mayor, que le enseñara “la última punta” del juego, cosa a la que éste se negó contestándole que “la última punta no se la enseño yo a nadie”. El alumno se siguió insistiendo hasta que un día Don Pedro le dijo “pues mira, hoy te voy a hacer el gusto” y le dijo que mirara con atención hacia el paraje de Gayo, y cuando el hombre estaba afanado mirando hacia dicha montaña, el viejo le dió un palo por la espalda que lo dejó tirado en el suelo, mientras le decía que tuviera en cuenta no fiarse de nada ni de nadie.”

“Pero es que entre las normas que tenían la gente de jugar al palo, el maestro nunca, podemos decir, enseñaba la última punta, porque no sé a quién oí contar yo esa historia de pequeño, de alguien que se vió agobiado porque al otro se lo enseñó todo y sabía por donde le atacaba y entonces dicen que nunca el maestro tenía que enseñar la última punta. Cuando uno es más joven y el otro es mayor, pues claro, si le ha enseñado le va a ganar.”

Don Rafael Feo Feo

“Pedro Viñoly llegó a Buenos Aires y se formó una trifulca de esas ahí, y se fueron arriba de él con cuchillos y todo. Tú sabes que los zapatos antes eran antiguos de esos que tenían unos tacones de madera y con eso se defendió de cuchillos, de palos y de todo. Se sacó el zapato, como si fuera un zapato zueco de esos que habían antes, y él se defendió de ellos, así, a un lado y a otro.”

Don Manuel Figueroa Feo

Don José María Feo Barreto

Don José María, nacido el 12 de junio del año 1885 fue el mejor jugador de palo conocido, después de Don Pedro Viñoly, además de figura fundamental en la conservación del juego, pues gracias a su afán por transmitirlo a sus sobrinos ha sido posible que en la actualidad podamos disfrutar de esta práctica. En palabras que Don Francisco Figueroa pone en boca de su tío Laurencio, “era un fiera con el palo”, debido a su gran habilidad y técnica.

Su hermano José (más conocido en el pueblo como Pepe), también llegó a ser un gran jugador y supo transmitir a su hijo Pepito la pasión por esta tradición. Don José María también enseñó los fundamentos del palo a algunos familiares y personas cercanas como Don Laurencio Figueroa, al que enseñó algunas técnicas y movimientos para que pudiera defenderse si le surgía algún problema. Al menos, esto es lo que podemos entrever, puesto que a Don Laurencio, así como a algunos otros, les enseñó a jugar con un palo ligeramente más pequeño que el que enseñó a sus sobrinos, un palo que llegaba aproximadamente por la cintura del jugador, con un agarre centrado.

Aunque ambos juegos parecen ser el mismo, puesto que, según las descripciones que hemos podido recoger, este juego corto se realizaba aprovechando la fuerza del golpeo del contrario (dejando pasar el palo, igual que el juego que nos ha llegado a través de de Don Cristín), siendo las puntas los principales ataques, dirigidas a puntos vitales para terminar cuanto antes la pelea. Respecto al agarre centrado, lo importante es que sobrara aproximadamente un palmo de palo por la parte de atrás del agarre (para una defensa apurada o para un ataque de punta) y no deja de ser el mismo agarre del juego de Don Cristín, simplemente que con un palo de menor longitud. Sabemos que Don José María utilizaba un palo corto escondido en la manga de la chaqueta, del largo de su brazo, rematado con un abultamiento en la parte superior (una macana) para golpear con mayor potencia.

Pero, al igual que Don Pedro Viñoly, parece que no era proclive a enseñar a nadie que no fuera de la familia o cercano, salvo unos pocos casos como el anteriormente mencionado, y porque había una fuerte amistad de por medio.

Antes, los maestros se guardaban algunas técnicas (“la última punta”) que no enseñaban a nadie, salvo cuando eran ya muy mayores, y que mantenían en secreto por si en algún momento fuera necesario recurrir a ellas para salvar la vida. Cabría la posibilidad de que Don José María tan sólo enseñara el juego completo a sus sobrinos, y al resto de personas simplemente algunas técnicas, nociones y conceptos básicos para defenderse, pero no todo lo que Pedro Viñoly le había enseñado años antes, que quedó a buen recaudo dentro de la familia.

Respecto a la forma de manifestación del juego del palo de Don José María, podemos diferenciar claramente entre el núcleo de juego que creó enseñando a algunos amigos y parientes, cuyo objetivo podría ser el de transmitir una serie de técnicas de defensa que les sirvieran en caso de pelea realizando una contra que fuera definitiva ante un ataque, y el núcleo familiar que mantuvo con sus sobrinos, en el que se advertía ya un juego en el que, sin llegar al juego de exhibición, las técnicas se realizaban de manera más continuada y fluída. También destacar que en el primer núcleo de juego del que hemos hablado, las técnicas se realizaban con un palo grueso de no más de 60 o 70 centímetros (más o menos hasta la cintura), que se cogía a una mano con un agarre centrado o semicentrado, un palo perfecto para cargar con él sin llamar la atención cuando se salía de pueblo, mientras que en el núcleo familiar se comenzaba siempre con un palo mayor (generalmente un pírgano de palmera, pues eran abundantes y si se escapaba algún golpe era menos doloroso), que se agarraba a dos manos para, una vez dominado el juego y absorbidos e interiorizados los conceptos básicos pasar a utilizar palos más pequeños con una finalidad más marcadamente bélica.

Don José María daba especial importancia a la mirada durante el juego. Solía decir que nunca había que mirar al palo del oponente sino a sus ojos. Otros jugadores siempre acababan mirando el palo en algún momento del juego, pero él no. La mirada del otro jugador le decía claramente hacia dónde iba a ir el ataque y según él, ésta era una lección importante y una de las características que diferenciaban a un buen jugador del resto.

El 21 de diciembre del año 1936, cuando contaba con 55 años de edad, fue detenido por las fuerzas nacionales debido a sus creencias políticas y trasladado a Las Palmas junto a otros lanzaroteños. Había participado como apoderado en las elecciones del año 1933, lo que le costó su detención pues su nombre figuraba en las actas del ayuntamiento. Acusado de sedición junto a otros cinco vecinos de Máguez, fue trasladado a Gran Canaria, al campo de La Isleta y luego al Lazareto de Gando, donde permaneció por espacio de tres meses.

Don José María se dispuso a iniciar en el juego del palo a sus sobrinos Pepito y Cristín, comenzando cuando tenían entre diez y doce años de edad. Se reunían al menos una vez a la semana, cuando volvían del campo, en casa de su tío, en un patio donde jugaban durante cerca de dos horas mientras su tío les iba corrigiendo las posturas y movimientos.

Durante los entrenamientos había que estar muy atento porque a Don José María le gustaba dar un variscasillo cuando alguno de sus jóvenes alumnos estaba despistado.

Pocos años después Don José María enfermó y durante algún tiempo dejaron de entrenar, aunque luego volvieron a jugar durante algún tiempo más bajo la supervisión de su tío Pepe, hermano de Don José María y padre de Pepito, con el que siguieron durante algún tiempo hasta que poco a poco y debido a distintos motivos como la realización del servicio militar y el traslado a Arrecife de Don Cristín, así como la posterior muerte de Pepito Feo, fueron abandonando paulatinamente la práctica.

Don José María Feo Barreto falleció en su pueblo de Máguez el 22 de agosto de 1953, cuando contaba con 69 años de edad, tras una convalecencia de varios meses en cama.

“Ese sí que se las sabía todas con el palo…” (sobre su tío José María)

Don Cristín Feo de León

“Don Pedro Viñoly sí sabía bien y mi tío fue profesional también. Yo al viejo Viñoly no lo conocí pero con mi tío José María sí llegué a jugar. Y con mi tío Pepe.”

“Nos pegábamos dos horas todos los días en casa de mi tío, que había un patio grande allí. Cuando nosotros estábamos jugando con mi tío José María le tirábamos por todos lados y no lo podíamos coger. Y él enseguida nos trababa a nosotros.”

“Le teníamos un respeto que eso era como una cosa obligada que tenía que ir uno. Llegaba del campo uno y después se lavaba y después iba para allí. Yo le tenía un respeto enorme.”

“Yo ví a mi abuelo jugando al palo con sus sobrinos. Sí, en Máguez, claro. Había allí un patio y allí fue donde los ví yo jugar a ellos, a Cristín y a Pepito.”

Don Manuel Figueroa Feo

“Yo ví a mi abuelo jugando al palo con sus sobrinos. Sí, en Máguez, claro. Había allí un patio y allí fue donde los ví yo jugar a ellos, a Cristín y a Pepito.”

“Mi abuelo, según comentarios que yo oí, tenía fama de dar castañas ¿eh? Porque sabía jugar al palo y a más de un joven que él sabía que se le metía en la finca le daba, o lo tenía acechado, se ponía debajo de la higuera y cuando se acercaba le daba por los pies. Y a alguno le dió porque yo recuerdo de chico, que yo no sabía de qué venía, alguno me decía: te tengo que cobrar a tí lo que me dió tu abuelo. Y uno en el pueblo que le llamaban el vivillo que le iba a dar con un cuchillo y el le dió con el palo.”

Don Rafael Feo Feo

“José María era más serio que mi tío, no le admitía una broma a nadie. Era duro.”

“José María siempre esperaba que atacara el otro para aprovechar la velocidad del otro con el palo de él… que nunca se daban fuerte, no, se daban y se tocaban y según se tocaban se separaban. Lo que siempre sí le oí decir yo a él, es que con palo chico se podía pelear cuerpo a cuerpo. Con una mano te podía mantener y con la otra te castigaba. Pero en un cuerpo a cuerpo con un palo grande no se podía hacer nada.”

“Me contaba mi tío Laurencio que la mujer de José María, Doña Catalina Barreto, tenía un baile de esos de los de candil, y siempre se ponía un señor fuera con un garrote y le preguntaba a la que estaba dentro: ¿Cuántos mozos entran? Y le decían, pues hay siete mozas, siete mozos. Y entraban por turnos. Y dicen que un día estaba José María y se colaron gente que no tenían porqué y José María Feo no llevaba la lata y se sacó el zapato y empezó a dar zapatasos de un lado pa’otro y los tumbó a todos.”

Don Francisco Figueroa Hernández

Don Cristín Feo de León

Don Cristín Feo de León, nacido el 18 de agosto de 1924 y fallecido el 15 de mayo de 2006, fue quién recuperó este estilo de juego particular de nuestra isla y es la persona que ha hecho posible que no perdiéramos una tradición tan importante como es el juego del palo, un arte de defensa, reminiscencia de la dura vida que a nuestros antepasados les tocó vivir, y que, nosotros, los lanzaroteños actuales y nuestros hijos, deberemos proteger porque nos mantiene unidos a nuestros antiguos y nos acerca, de alguna manera, a todo lo que fueron nuestras islas y sus gentes. Don Cristín aprendió de su tío Don José María Feo Barreto, y éste a su vez, de Don Pedro Viñoly Rodríguez, agricultor y también vecino del pueblo de Máguez.

Don Cristín aprendió a jugar de chinijo, con unos ocho años de edad, y tenía como compañero de entrenamiento principal a su primo José Feo Reyes (conocido como “Pepito” y también destacado luchador). Don Cristín abandonó poco a poco la práctica del palo, primero al tener que realizar el servicio militar y sobretodo después, cuando deja su pueblo y se traslada a vivir a Arrecife, la capital de la isla, por motivos laborales. La muerte de su primo Pepito años más tarde termina con el último núcleo de práctica del juego del palo, que no será jugado de nuevo hasta varias décadas después, cuando Don Cristín, ante la insistencia y las ganas de aprender de algunos jóvenes, se decide a recuperar aquellas técnicas que su tío le enseñó cuando era niño, y que desembocó en la creación de la Escuela Insular de Palo Conejero en el año 1987.

“Nos reuníamos después de la faena detrás de la casa, o por la mañana, en las fiestas, y empezábamos a darle al palo; para entrenarnos se usaban pírganos de palmera, que hay muchos en Haría y no se rompen.”

Don Cristín Feo de León

“Pepito Feo, lo que pasa que el pobre murió joven, fue el más que aprendió porque era un deportista de lo más grande que había. Era una máquina. En Lanzarote, de la lucha, él tumbaba a gente que pesaba tres veces el cuerpo de él. Pepito era una máquina.”

Don Francisco Figueroa Hernández

“Pepito también era luchador y era uno de los puntales.”

Don Rafael Feo Feo

Don Cristín permaneció más de treinta años sin apenas jugar al palo, salvo esporádicos entrenamientos en solitario (los primeros años) hasta que a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta resurge el interés por las tradiciones canarias, entre ellas el juego del palo.

El resurgir del juego del palo en Lanzarote

En el año 1984 se realiza la primera exhibición pública de juego del palo en Lanzarote, al menos de la que se tenga noticia, a cargo de algunos jugadores de palo de Tenerife de la asociación Aitiden, que venían acompañando al colectivo cultural Valle de Taoro, y que realizaron una demostración del juego de Don Tomás Déniz Hernández, fallecido apenas un año antes y de quién fueron alumnos. El evento tuvo lugar el día 28 de junio de 1984 en la Sociedad Democracia de Arrecife, en el transcurso de la Semana Cultural de las Fiestas de San Pedro.

Durante su estancia en la isla, los miembros de dicho colectivo tinerfeño, entre los que se encontraba Don Manuel Lorenzo Perera, tuvieron conocimiento de la existencia en Máguez de un señor del que se decía que sabía jugar al palo y que había aprendido con su familia. Consiguieron localizarlo no en Máguez, sino en Arrecife, adonde el maestro se había mudado años atrás, y éste les habla acerca del juego del palo que su tío le transmitió. Poco después se publicó en la revista “La Sorriba” de Tenerife, un artículo firmado por el propio Don Manuel Lorenzo Perera, dando cuenta de la existencia de dicha modalidad en Lanzarote y reivindicando su rescate.

“Por ese tiempo el juego del palo en Lanzarote era un auténtico desconocido, totalmente desconocido. A nosotros nos dijeron que Don Cristín era jugador, no sé si fue Antonio Corujo, pero cuando eso el juego del palo ni se oía, es decir, nadie hablaba del juego del palo en Lanzarote. Nosotros fuimos a participar en unas jornadas que hubo en La Democracia. Fuimos allí y entonces nos hablaron de Don Cristín y fuimos a la casa de él y nos atendió estupendamente. Recuerdo que subimos a la azotea porque fueron en compañía nuestra algunos jugadores de palo de Tenerife, pero ellos no fueron como componentes de la Asociación Cultural Valle de Taoro, sino que fueron a hacer una demostración de juego del palo porque eran discípulos de Don Tomás Déniz. Entonces fuimos a la azotea y los chicos que estaban con nosotros y él hicieron una demostración. Él nos explicó de qué manera se aprendía en Lanzarote a jugar al palo, cómo aprendió él y con quién aprendió y eso es lo que se recoge en la revista.”

Don Manuel Lorenzo Perera

Don Cristín, ante la insistencia de algunas personas, se decide a recuperar aquellas técnicas que su tío le enseñó cuando era niño, y accede a la petición de enseñar el juego del palo, aunque por desgracia, la iniciativa no llegó a buen puerto y el juego del palo todavía permaneció en letargo unos cuantos años más. Sin embargo, sirvió para otras personas se hicieran eco de la existencia de Don Cristín y del juego del palo conservado y transmitido por su familia, lo que originó la fundación de la Escuela Insular de Palo Conejero en el año 1987. Dicho año de 1987 es un punto de inflexión en la recuperación del juego pues el Cabildo de Lanzarote contrata a Don Cristín en exclusiva para que pueda dedicarse por completo a la enseñanza y transmisión de esta práctica, siendo la primera y única corporación de las islas que apostó fuerte por la recuperación y difusión de esta tradición de nuestras islas.

En el año 1987 llega a las manos de Lorenzo Lemaur, por entonces consejero de deportes del Cabildo Insular de Lanzarote, una carta remitida por José Alberto Hernández, vicepresidente de la Asociación del Palo Canario (ASPAC), en la que se le informa de la existencia de un estilo de juego del palo con unas características que le hacían único en el archipiélago y que se encontraba al borde de la completa desaparición. También se informaba de la identidad de la única persona que aún estaba en condiciones de transmitir el juego y de la urgencia requerida debido a su edad. Su nombre era don Cristín Feo de León, natural del pueblo norteño de Máguez, en el término municipal de Haría, aunque hacía ya bastantes años que se había mudado a la capital de la isla, Arrecife.

Sabemos que, al menos desde varios años antes, se reconocía a Don Cristín como jugador de palo y único conocedor de un estilo de juego inédito, claramente diferenciado de los practicados en otras islas. Pero es destacable el hecho de que el Cabildo de Lanzarote, en su momento, tuviera el acierto de contratar a tiempo completo a Don Cristín para que enseñara el juego a un grupo de jóvenes y garantizar así que no se perdiera para siempre.

Se le llamó “palo conejero” para diferenciarlo de los demás estilos de las islas, aunque debemos decir que, en el pasado, nunca nadie lo denominó así; era, simplemente, juego del palo o, incluso para algunas personas de la zona norte de la isla, lata. En principio, y siempre y cuando no aparezca otro juego de palo completo y coherente en Lanzarote (por desgracia, ya poco probable aunque no imposible) dicha denominación de palo conejero debería seguir siendo, acertada o no, válida.

El acto de inauguración de la Escuela Insular de Palo Conejero tuvo lugar en la Sociedad Democracia de Arrecife, el dia 20 de noviembre de 1987 y contó con las exhibiciones del Centro de Palo de Granadilla de Abona y de la Pila de Garrote de Vecindario, además de diversas ponencias y de la lección inaugural de la Escuela, a cargo de don Cristin.

“…en cuanto ví a don Cristín, con la facilidad, la soltura y la didáctica que tenía, claro, me dí cuenta enseguida que estaba ante un maestro completo, dispuesto a enseñar y que era juego del palo, evidentemente, pero dentro del juego del palo tenía un estilo propio. Don Cristín tenía un estilo muy peculiar, con los toques a las piernas, que era muy característico de él. Dentro del juego del palo tenía un estilo propio.”

“Cuando nosotros lo conocimos no practicaba. Él de entrada no lo ocultó, enseguida nos subió a la azotea a enseñarnos y era muy didáctico, con una metodología… El encuentro fue bastante entrañable. Y a partir de ahí ya fuimos varias veces a su casa.”

Don Jorge Domínguez Naranjo

“Este hombre se notaba que tenía sangre de raza de palo. Se notaba que era su tío el que le había enseñado, y entonces este hombre no era sólo que le gustaba sino que lo vivía y que se nota que lo llevaba en los genes. Él lo transmitía no sólo con una buena técnica, porque sabía explicar muy bien, tenía una riqueza muy variada y muy rica a la hora de explicarlo sino que además tenía una pasión y un entusiasmo tremendo. Incluso él me contaba, como la afición que tenía, que cuando entrenaba con el pírgano y le daban los pirganazos a él no le dolían, no le importaba con tal de aprender.”

Don José Alberto Hernández

“Hablar de la escuela y no hablar del maestro Cristín, de su excelentes dotes para enseñar todo lo que sabía, es imposible. Conocía muy bien el estilo, el juego, porque nunca le ví dudar sobre una técnica ni hacerlo de forma distinta. Tenía la pedagogía nata de una persona que sabe muy bien el contenido de lo que quiere explicar y sabía incluso por donde empezar. Claro, a mí me llamó muchísimo la atención las cualidades de esta persona, me sorprendió muchísimo y aprendí muy rápido. Básicamente me pareció una persona de un talante y de una capacidad para transmitir sus conocimientos fabulosa, además siempre lo hacía con amabilidad, si había que repetir nunca mostró mal humor. Yo quedé encantandísimo de contar con esta persona.”

Don Manuel Betancort

“Don Cristín era una persona extraordinaria. Yo le encontré, aparte de una humanidad impresionante, una capacidad pedagógica y tenía una paciencia, una paciencia para enseñar a la gente.”

Don Lorenzo Lemaur Santana

Jugando de nuevo, Don Cristín fue recordando lo que aprendió cuando era chinijo de su tío, y que poco a poco iba resurgiendo mediante el entrenamiento diario junto a un pequeño grupo de entusiastas decididos a disfrutar de esta práctica.

En enero del año 1996, los alumnos de la Escuela Insular de Palo Conejero se deciden a fundar el club deportivo Escuela de Palo Conejero Titerogakaet, paso previo para la integración en la Federación Canaria creada poco tiempo antes.

Durante veinte años ininterrumpidos, hasta su jubilación, Don Cristín impartió clases diarias en la ciudad deportiva de Arrecife y en todos los colegios e institutos de la isla, e incluso una vez jubilado y mientras la salud se lo permitió, continuó acudiendo cada tarde a los entrenamientos de la Escuela Insular, ahora a cargo de Don David de los Reyes González, lo que demuestra su compromiso con esta práctica y para con sus alumnos. Tan sólo dejó de acudir a las clases cuando la salud se impidió, menos de un año antes de su muerte, aunque interesándose hasta el último momento tanto por la Escuela que creó como por los alumnos que dejó. Éste el legado que nos transmitió Don Cristín Feo de León, el arte tradicional del juego del palo de Lanzarote.

“…en el palo conejero los golpes son alternativos, es decir, no hay opción a dar dos golpes seguidos, porque la defensa es ya en sí una preparación para un nuevo ataque, un toma y daca continuó.”

“… también se señalan, haciéndose la semejanza de un golpe, con el fin de despistar al contrario y enviarle un palo distinto del que esperaba.”

“Nosotros hacemos todas las defensas a favor, es decir según vienen, les damos paso. En otras islas, lo hacen al contrario.”

"Lo primero es saber coger el palo.”

“Antes la única defensa que había era el palo, un palo y una piedra; el que sabía jugar al palo pues podía batallar contra cualquiera, y eso era para la defensa y ataque cuando hacía falta. Antes no enseñaban sino a la familia y si había alguno que era medio crudo, como decían ellos, espabilado, entonces no lo enseñaban porque dicen que iba a abusar del saber, y no lo enseñaban.”

“El que sabía jugar al palo se reservaba para defenderse de los enemigos. La defensa sólo se enseñaba a los familiares y cuando se hacía con otras personas era porque existía un compromiso de por medio.”

“Esa es una cosa nuestra, canaria, que no debería perderse nunca. Son cosas nuestras; después para cualquier idiotez, dan montones de dinero.”

“La gente ya sabe lo que es el palo y tengo discípulos que se defienden bien. Aunque yo falte, queda gente competente para seguir mis enseñanzas.”

“Nunca debe pasar por la competición, eso sería otra cosa, porque el juego del palo es nobleza y técnica. Sería una pelea y eso no cabe en este mundo.”

Don Cristín Feo de León

Fundamentos básicos del juego

Para enseñar y aprender, el tamaño del palo o vara ideal es de aproximadamente entre 1’20 y 1’50 metros de largo, pero para defenderse en situaciones reales era preferible un palo un poco más pequeño, de entre 0’60 y 0’80 metros (ambos se manejaban siguiendo la misma estrategia y técnica).

Se practicaba como juego o entrenamiento por quienes lo conocían para perfeccionar la técnica y las habilidades en el manejo y uso del palo para estar preparados por si algún día les era necesario para defenderse.

Los palos se hacían de distintos árboles, como almendrero (preferiblemente amargo), acebuche, membrillero e incluso naranjero.

Al comenzar los entrenamientos se solían utilizar pírganos de palmera, que hacían menos daño si escapaba algún golpe y había muchos en la zona por lo que eran fáciles de conseguir y reemplazar.

El agarre se suele realizar por el extremo más grueso del palo, dejando aproximadamente un palmo de palo por detrás de la mano. Para jugar o entrenar se agarraba el palo por la parte más gruesa pero para jugar en serio o para pelear, era al revés, se agarraba por la parte más fina y se golpeaba con la más gruesa con lo que se ganaba en potencia y contundencia a costa de menor control del palo.

La mano derecha permanece fija en el agarre, mientras que la izquierda irá deslizándose adelante y atrás a lo largo del juego para permitir el cambio de juego de un lado hacia el otro y sorprender al contrario, por lo tanto nunca pueden cruzarse las manos. Usar un extremo u otro y cambiar entre ambos nos lleva a poder realizar un juego variado y vistoso, a parte de mucho más efectivo. Este cambio de manos es muy importante porque al realizarlo se consigue cambiar la dirección del juego.

La posición inicial del juego es con el palo por debajo cruzado por delante con la punta en el suelo, una posición de espera desde la que se defiende y contrea buscando la ventaja. Un jugador ataca comienza atacando, sea directamente o previo amago y cambio de lado, y el otro jugador se ataja y deja pasar el palo buscando la espalda, quedando en una posición favorable desde la que efectúa una contra sobre sobre el jugador que había tomado la iniciativa del ataque.

El juego y todas sus técnicas se desarrollan por igual tanto por la izquierda como por la derecha, siendo necesaria una correcta coordinación de pies y manos durante su ejecución, que se adquieren , al igual que todo, con la práctica constante y continuada.

Las defensas se basan principalmente en vacíos y esquivas, siempre dejando pasar el palo del jugador contrario para aprovecharnos de su fuerza y posicionarnos de manera ventajosa para realizar una contra efectiva, por lo tanto, generalmente se evitan los atajados completos o bloqueos (salvo para alguna defensa apurada).

El movimiento es la verdadera defensa del juego, cuando el palo del atacante llega a su objetivo el jugador que defiende ya no debe estar allí.

Durante el juego el cuerpo de cintura para arriba se mantiene erguido y ladeado respecto al jugador contrario y la pierna y la mano adelantada siempre deben coincidir siempre (por lo tanto, nunca se cruzan).

La mirada ha de permanecer fija en los ojos del jugador contrario, nunca en su palo, porque el palo va más rápido que la vista y nos puede engañar.

El control es fundamental en este juego, tanto del palo como de nosotros mismos, así como el respeto al jugador contrario pues el palo puede ser muy peligroso.

Se puede atajar tanto con el extremo largo como con el extremo corto, dependiendo el extremo a usar según por donde venga el ataque y cuál sea la posición de nuestras manos en ese momento.

La defensa siempre se realiza a cuadras cambiadas (ambos jugadores quedan mirando para el mismo lado) y se busca la espalda del contrario, por lo que el juego tiene un carácter marcadamente circular.

Cuando las defensas están correctamente ejecutadas no permiten atacar por segunda vez, pues dejan al atacante situado en una posición más vulnerable, mientras que el defensor queda posicionado de forma ventajosa para realizar su contra. Sólo en las acciones en que el jugador que ataja no realiza de forma correcta la defensa y queda descubierto se puede volver a atacar buscando ese hueco que la defensa mal ejecutada abre en la guardia.

Se puede atacar tanto con puntas y golpeos circulares con el extremo largo como con puntas con el extremo corto . Las puntas con el extremo largo suelen estar dirigidas al tronco o pecho, puesto que al salir desde mayor distancia, si se dirigen a la cabeza (al ser un blanco pequeño) son más fáciles de atajar y nos dejarían en una posición de desventaja, mientras que las puntas con el extremo corto se ejecutan tanto arriba (cuello y pecho) como abajo (barriga y costillas) porque la distancia es más corta y no se ven venir.

El mayor daño se hace con las puntas del palo, las técnicas más peligrosas y definitivas del juego, cuando te atajas y entras dentro cerrando la distancia y posicionándote de forma ventajosa para clavar las puntas, tanto la larga como la corta y habiendo utilizado previamente los palos largos para abrir huecos en la defensa esperando el momento de entrar dentro.

Los principales ataques o golpeos son: el palo a la cabeza, el palo al cuerpo, el palo a la pierna, la punta con la larga, la punta con la corta, el traspiés con el palo al cuello, la palanca y el robo del palo.

Los objetivos más importantes donde dirigimos nuestros ataques son: la cabeza, la garganta, el plexo solar, la barriga, las costillas, los codos, las corvas y los tobillos. ello, la palanca y el robo del palo.

Son jugadores históricos y reconocidos en esta disciplina Don Pedro Viñoly Rodríguez, Pablo “el canario”, Don José María Feo Barreto, Don José (Pepe) Feo Barreto, Don Lorenzo (Laurencio) Figueroa Fernández, Don José (Pepito) Feo Reyes, Don Cristín Feo de León y Don Manuel Figueroa Feo, todos con origen en el pueblo de Máguez, en el norte de la isla de Lanzarote.. ello, la palanca y el robo del palo.

Agradecimientos

Francisco Figueroa Hernández

Gregorio Barreto Viñoly

Manuel Figueroa Feo

Rafael Feo Feo

Manuel Lorenzo Perera

Jorge Domínguez Naranjo

José Alberto Hernández

Lorenzo Lemaur Santana

Manuel Betancort