El Juego del Palo en la tradición oral familiar, un ejemplo en la ciudad de Las Palmas
Rumen Sosa Martín
El estudio de las fuentes orales ha adquirido en las últimas décadas un mayor y más justo reconocimiento que enriquecerá nuestro conocimiento histórico. Los testimonios orales, con las graves distorsiones que les brinda su carácter moldeable al tiempo, pueden ilustrarnos sobre tiempos y hechos pretéritos, complementar y contrastar informaciones ya conocidas. La aplicación de un método crítico y el apoyo en otras disciplinas puede ayudarnos a aprovechar este rico caudal informativo del pasado desde la rigurosidad.
La insuficiencia de las fuentes escritas en la Historia de Canarias es manifiesta lo que obliga al desarrollo de disciplinas como la arqueología o la etnografía. La revalorización de la oralidad da voz a los grupos sociales más allá de la élite y a los pueblos ágrafos, esas mayorías sociales silenciosas igualmente protagonistas de la historia.
El caso de tradiciones culturales como las esgrimas de palos de las Islas Canarias, conocidas como Juego del Palo Canario, constituyen un claro ejemplo al respecto. Apenas contamos con información documental suficiente para conocer el devenir histórico de la misma.No obstante, las limitadas referencias parecen sugerir un origen ancestral y más arraigado en la población canaria pretérita de lo que generalmente se cree.
Un ejemplo concreto lo compartimos en el siguiente artículo que nos recuerda que aún en la memoria popular, en este caso de tradición oral propiamente familiar, podemos encontrar referencias a aspectos inéditos de nuestras tradiciones. En este caso trataremos el caso de mi abuelo materno Don Ciriaco Martín Hernández que, esperamos, anime al lector a participar en la conservación y rescate de los recuerdos, anécdotas y datos orales que aporten más luz a la oscuridad dominante en el conocimiento de nuestra cultura como pueblo.

Garrote en Gran Canaria y lata en Fuerteventura
En el marco del Juego del Palo Canario encontramos diversas esgrimas de palo que, dependiendo de tamaño, zona o grupo, presentan técnicas y características propias. Una de las más llamativas pudiera serlo las esgrimas de palo grande conocida como Juego de Garrote o de la Lata conservadas en Gran Canaria y Fuerteventura -aunque probablemente extendidas por más islas.
Como mostramos en el documental “Juego del Garrote Canario. El rescate de un legado” en la década de los años ochenta del pasado siglo grupos de jóvenes hicieron un trabajo encomiable en el rescate y difusión de esta arte marcial de los antiguos canarios que, de momento, ha evitado su definitiva desaparición. En esa década, el Juego del Garrote era una práctica casi extinta que sólo quedaba en la memoria de personas de elevada edad que las practicaron de jóvenes. Entre ellos destacan Paquito Santana de El Goro (Telde), Don Manuel Guedes de Casa Pastores(Vecindario), Don Miguel Calderín de Valsequillo o Panchito Caballero de Agüimes. Obviamente, estos garrotistas no debieron ser los últimos de la isla ya que otros muchos debieron formar parte de esa última generación que debieron practicarlo de jóvenes y para los que ya para ellos era “algo de viejos” anteriores a ellos.
En la vecina isla de Fuerteventura se vivió un proceso similar donde la lata o garrote estuvo bastante extendido, especialmente entre los pastores, compartiendo evidentessemejanzas con el garrote grancanario. Como en Gran Canaria, la lata no solo llegó a ser un método de defensa sino un medio para dirimir pleitos o simplemente, pasar un rato de entretenimiento. Sus referencias documentales antiguas son limitadas pero merecen ser destacadas las de la célebre invasión inglesa de 1740 donde las tropas británicas atacaron la isla, precisamente las localidades de La Florida y Tuineje. Los majoreros repelieron el ataque inglés a palos ya que tenían solamente «garrotes, chusos y rosaderas». Y con esas armas «tan primitivas era de admirar verlos tan diestros en jugarlas y menearlas.»
Don Ciriaco Martín
A comienzos del siglo XX nace en la localidad de Tuineje en Fuerteventura Don Ciriaco Martín Hernández (1914 – 1990) de padres y abuelos naturales labradores de la misma localidad. Aún muy joven, como tantos de su generación, fue movilizado a la Guerra de España para luchar en el bando franquista resultando herido y pasando grandes calamidades. Las consecuencias fue la dramática experiencia vivida y las heridas que le acompañarían el resto de su vida.
Tras su participación en la contienda toda la familia decide emigrar a Las Palmas estableciéndose en el barrio de Guanarteme. A su llegadaconocería a la que sería su mujer, tambiénllegada con su familia a Las Palmas desde la isla de Lanzarote, formando con ella una familia.
En la capital encontraría su trabajo de guardia municipal que combinó con la cría de animales y un ‘puñao’ de cabras en su propia azotea: «Tenía gallinas, tenía conejos, tenía ovejas un carnero y cabras. Las cabras las sacaba a las arenas. Yo no sé que comerían allí en las arenas sería para que corrieran y estiraran las patas porque estaban en una azotea».

La zona de Guanarteme hasta los años sesenta del pasado siglo presentaba un aspecto significativamente diferente al actual.Los alrededores se caracterizaban por arenales y dunas que se extendían desde el antiguo Estadio Insular hasta la barriada de Guanarteme. Este desértico espacio que, tras su densa urbanización fueconocido como Mesa y López, eran escenario de juegos infantiles, encuentros de amigos y paseos de camelleros y transeúntes con sus burros cargados.«(…) Todo eran montañas de arena, ahí íbamos a jugar.Luego empezaron a quitar las arenas y se quedaban las dunas grandes que uno se enriscaba por ahí, ¡ay más rico!»Como nota curiosa, era habitual que estos arenales estuvieran salpicados de jaimas de saharauis procedentes de la vecina provincia del Sahara Español; «En esos arenales venían los moros ponían las casetas y se metían allí a vivir (…).Eran del Sahara, vestidos y todo, sí. Yo recuerdo verlos porque yo jugué mucho en las arenas.»

En lo que respecta al juego del palo practicado por Ciriaco Martín poco sabemos excepto que se trataba de un palo grande. Probablemente pudiera tratarse del Juego de la Lata majorera ya que su hija afirma que este juego de palo lo debió traer de Fuerteventura«Yo pienso que eso lo sabía ya él, aquí no aprendió nada (…).» Contaba con varios palos y pasaba tardes en las dunas practicando con otro jugador desconocido «¡Ah sí! El arriba tenía los palos esos. Yo siempre me acuerdo de esos palos porque él los llevaba a las arenas esas ahí y jugaba con un tío al palo y él decía que siempre ganaba.» Sobre su afición por el juego su hija nos ilustra con una anécdota habitual navideña cuando visitaba el hogar parte de la familia procedente de Los Realejos de Tenerife:«(…) llegaban todos los primos de Tenerife (…) y le dice al chicharrero, cuñao de él Maximiliano. Y llegaba y lo subía arriba y le decía vamos a jugar al palo, y le decía Maximiliano ¿yo contigo? ¡no! ¡Mira Ciriaco! ¡Deja eso…! (risas).»
Era Ciriaco Martín un hombre orgulloso «que no se achicaba a nadie» gran aficionado a los deportes como la lucha canaria o el futbol y en palabras de su propia hija«él era canario, canario.»
